domingo, 4 de septiembre de 2011

¡Es por eso!

Ahora ya sé por qué las mujeres solemos ir de dos en dos (cómo mínimo) al servicio. ¡He resuelto el enigma!.

Burriana está de fiestas patronales y salir a tomar algo es una odisea. Ayer optamos por un antro en el que, de no ser por ese motivo, no me habría atrevido ni a flanquear la entrada (y después de lo de ayer con más motivo).

No entraré en temas gastronómicos, pero sabed que para pedir un bocadillo de bacon con queso hay que especificar que se quiere más de una tira de bacon e insistir en lo del queso. Tendría que haber pedido bocadillo de “beicones con múltiples lonchas de queso”, qué sé yo.

Pero a lo que iba. Después de dos horas de espera tomando cervecita fresquita me entraron ganas de ir al servicio. Como soy valiente no quise que me acompañara ninguna de mis amigas. Entré, giré el pestillo, hice lo que tenía que hacer y cuando fui a girar el pestillo en sentido inverso… ¡No se podía!. ¡Se había quedado completamente atascado!.

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La ruedecita no se movía ni hacia un lado ni hacia el otro. Empezaron los nervios.

- ¿Qué hago?. ¿Por qué no llevaré 3 en en 1 en el bolso?. Hay una ventana pero tiene rejas.. ¿por dónde salgo ahora?.

- Vero, No pierdas la calma, espera un poco y vuelve a intentarlo, ya sabes, más vale maña que fuerza.

- ¡Pero es que ni con maña ni con fuerza!. ¿Y si cojo carrerilla y echo la puerta abajo?

- Jajajajajaja. ¿Tú?. Antes te dislocas el hombro que consigues tal cosa.

- ¿Entonces qué?. El bar está lleno de gente, no quiero ser “la tía que se quedó encerrada en el water y apareció muerta al cabo de tres días”.

- Llama a tus amigas.

- Se van a reír de mí, además, hace un momento nos hemos picado porque no nos acordábamos de cómo se hacía un barco de papel y yo he agotado casi toda la batería buscándolo por internet.

Llamé tres veces a la primera amiga. No lo escuchó. Bueno, todavía queda otra antes de tener humillarme del todo y llamar a uno de los chicos . Llamé a la segunda, por suerte lo cogió al segundo tono.

- VERO, ¡YAAAAA VOOOOOOOY!.

Resulta que a ella le había pasado lo mismo y en lugar de empujar la puerta hacia afuera presa del pánico, había que empujarla hacia adentro, de esa manera el pestillo se aflojaba y giraba sin problemas.

¡Qué horror!. Pocas veces he sudado tanto en tan poco tiempo. Jamás volveré a ir sola al servicio.