Quiero desearos a todos una Feliz Navidad y un buen año 2012, y que podamos seguir compartiendo experiencias desde nuestros blogs.
¡¡Besos!!
Verónica
Quiero desearos a todos una Feliz Navidad y un buen año 2012, y que podamos seguir compartiendo experiencias desde nuestros blogs.
¡¡Besos!!
Verónica
Érase una vez una acelga que soñaba con ser ciprés: alta, esbelta y hermosa. Todavía recuerda el día que trajeron a sus hermanos y su destino cambió.
Era una simple semillita, sin brotes, agazapada en la tierra. La más fuerte de sus hermanas. Toda una superviviente. Las máquinas que lo arrasaron todo para urbanizar la zona no pudieron con ella. ¡No la vieron!. Suspiró de alivio el día que se marcharon. Pero las cosas empezaron a torcerse. Pasaban los días y el hambre hizo acto de presencia. La tierra se secaba. El señor mayor que siempre la regaba ya no venía. ¡Se había olvidado de ella!. “Tal vez se lo llevaron las máquinas, como al resto de mi familia, ¿qué será de mí?”, pensó con cierto pesar. Y un buen día aparecieron otra vez las máquinas y empezó a temblar de miedo. Había conseguido esquivarlas una vez, ahora no tendría tanta suerte. Notaba como se acercaban, haciendo agujeros por todas partes. Estaba muy asustada. Al cabo de un rato todo quedó en silencio. ¡Pasaron de largo!. ¡Se salvó!. No daba crédito a su suerte. En unos días la tierra se inundó de agua enriquecida. Recuperó las fuerzas y poco a poco empezó a crecer. Hasta que por fin asomaron los primeros brotes y vio la luz del día. “¿Dónde estoy?”, preguntó, “¿y los tomates?, ¿y las berenjenas?, ¿y los pimientos?”. No estaban. Todo lo que conocía había desaparecido. En su lugar había unos plantones extraños. Jamás había visto nada parecido. Reunió las fuerzas necesarias e intentó comunicarse con ellos.
- Ehhhh. ¿Hola?. ¿Quiénes sois?.
- ¿Te diriges a nosotros? – le preguntó el más grande con bastante suficiencia.
- Sí.
- ¡Somos cipreses!. ¿No es evidente?.
- Yo, bueno…
- ¡Qué sabrá una vulgar acelga!. No sé qué diantres haces aquí.
- Pues… siempre he vivido aquí. Y mi familia también…
- Debe haber sido un error. Nosotros somos plantones. Criados y adiestrados específicamente para ser ornamentales. Hemos salido de los viveros más duros, con la formación necesaria para aguantar todas las adversidades: meadas de perros, de gatos, niños. ¿Y tú?. ¿Qué formación has recibido tú?. No tienes derecho a estar aquí. Estropeas el entorno. Espero que te arranquen en la próxima revisión.
La acelga se quedó bastante desanimada. Esperando la temida revisión. Y llegó, pero no pasó nada. La dejaron donde estaba. No se lo podía creer. Ella, una simple y llana acelga rústica había pasado a ser una acelga urbana. Una acelga ornamental. Tan fuerte como cualquier ciprés.
Sin embargo los cipreses no lo pasaban nada bien. Algunos sucumbieron a los pipis de los perros y empezaron a secarse, a unos cuantos los arrancaron sin más, por pura diversión y a otros se los llevaron a jardines privados, lejos de sus hermanos. La acelga no despertaba el interés de nadie y crecía sana y robusta, alimentada por el riego por goteo. Dando las gracias al destino, que le ha permitido ser una acelga feliz, lejos del puchero del hervido y de los revueltos con jamón.
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Aprovecho el post para deciros que sigue en pie lo que una vez me tocó organizar a mí: “El Proyecto de Lectura Encadenada”. Va por su 12ª edición y lo organiza “Mi Camino”. Os animo a participar.
Hoy tocaba revisión médica en el trabajo, y al ser tan pocos, somos nosotros los que nos tenemos que adaptar al horario del furgón, y no al revés.Tenían previsto llegar a las 12:00 y debíamos estar en ayunas, como mínimo, desde tres horas antes.
Me he levantado temprano para desayunar algo contundente pero no he podido. A esas horas sólo me apetecía un vaso de leche, de modo que he tenido que pasar por la panadería para comprarme algo. Como no tenía apetito no me decidía por nada. Al final he optado por algo salado. Debía comérmelo antes de las 9 para ir bien de tiempo. Lo he hecho, aunque casi, casi a la fuerza.
Y ha llegado la hora en cuestión. Han sido puntuales. Lo bueno, no estaba tan desmayada como otros años, cuando es a las ocho.
Me ha tocado entrar la última y por lo que he sabido después, he sido la última de toda su jornada laboral, cuando ya se les había agotado la paciencia a todos.
Después de medirme, pesarme y hacerme las preguntas de rigor, han procedido a la extracción de sangre. Era una mujer unos diez años mayor que yo.
- Súbete la manga.
Me he subido la manga del brazo derecho, como siempre he hecho.
- Ese no, el otro.
Me he subido la manga del brazo izquierdo.
- Muy bien. Ahora cierra el puño de la mano derecha, apóyalo en la mesa y pon el brazo izquierdo encima.
¿¿¿???.
He hecho lo que me pedía. Acto seguido me ha atado la goma para buscar venas y ya no he querido mirar.
He notado el pinchazo enseguida. Una vez. Otra vez. Otra vez. Luego he notado cómo hurgaba con la aguja. Dolía mucho.
- Si te hago daño dímelo
- Me haces daño.
- ¡Es que es normal!. Estoy buscando la vena.
Entonces ¿para qué preguntas?, digo yo. Se me ha saltado una lágrima del dolor y de la sensación de notar la aguja. Había un compañero esperando para entrar en la zona del médico y se ha dado cuenta enseguida.
- Vero, ¿por qué cierras los ojos y miras a la puerta?.
Primero, sí, tengo los ojos cerrados, por tanto, no miro a ningún sitio. Y segundo, ¿es necesario preguntarlo?. Si cierro los ojos es porque no quiero mirar.
- ¡Si no pasa nada!. Además, puedes mirar que ya está.
He mirado y sí, ya había sacado la aguja y me estaba poniendo un algodón.
Buf. Ya ha pasado lo peor, he pensado. Error.
Me había pinchado las tres veces casi al lado del codo, ¿qué vena hay por ahí?. Nunca me habían pinchado tan arriba. De repente, así sin avisar, me ha puesto otra vez la goma en el brazo y ha vuelto a coger la aguja.
Qué daño. Otra vez igual. Venga a hurgar en mis venas. Aunque en las de siempre.
- ¡Es que si estás tensa no hay manera de hacerlo!.
¿Cómo quiere que esté?. ¡Si no me ha dicho que volvía a la carga!.
Nunca me había pasado. Me he puesto mala. Me ha entrado un sudor frío. Se me ha secado la boca y ya se me estaba nublando la vista. ¡Pero no quería montar un numerito!. Así que he aguantado como buenamente he podido.
- Ya está. Esta vez sí. Ahora aprieta el algodón y pon la frente ahí. Revisión ocular.
¿Cómo?. ¿Ni un minuto para recuperarme?.
Con la vista nublada no hace falta que diga que no he acertado ni una. Y se ha desquiciado bastante.
- ¿Seguro que no necesitas gafas?
- No es que...
- Da igual, ahora el oído. Entra ahí dentro y da un toque a la ventana cuando oigas los pitidos. Y no te sueltes el algodón.
- Pero...
Portazo
Vale. La había entendido bien, había que dar un toque al cristal cuando escuchase un sonido, pero es que siempre ha sido al revés. Siempre he tenido que dar un toque cuando dejara de oír los sonidos. ¡Y estaba aturdida por la extracción!. ¡Y me había dicho que no soltase el algodón!. Así que han empezado los sonidos y no te tocado el cristal.
- ¿Que no oyes nada o qué?
- Sí.
- ¿Y por qué no tocas?. ¿Cómo quieres que sepa si oyes bien si no estás tocando?
- Es que...
- Empezamos otra vez. Y toca el cristal por favor.
Qué mujer más desagradable. Habrá que ver lo que dice mi informe: ciega, sorda y tonta.
Por contra, la doctora del reconocimiento ha sido un encanto. Casi ha conseguido que me olvidara de la otra. He dicho casi. Me he ido a casa con una sensación súper desagradable en el cuerpo. ¿Cuesta tanto ser amable?.
Ah y encima he sido la comidilla del trabajo. Cuando me iba a comer he visto las típicas risitas y me han hecho todos la preguntita:
- Vero... ¿qué te ha pasado?. ¿te dan miedo las agujas?. Jajajajajajajaja
- Pues a mí no me hace gracia. Todavía estoy mareada por culpa de la bestiaja esa. Y además tengo hambre.
Hace unos días vi un mini reportaje sobre los faros habitados que quedan en la Comunidad Valenciana. Creo que olvidaron mencionar uno.
En el puerto de Burriana tenemos dos faros importantes (hay otros dos, pero son más pequeños), el verde de la Escollera de Levante…
… y el rojo de la Escollera de Poniente.
Mis padres llevan más de treinta años regentando este restaurante-faro. Nunca ha sido nuestra vivienda pero poco ha faltado. Cuando mis hermanos y yo éramos pequeños nos adaptaron una habitación en la parte de abajo, en la antigua discoteca “Seven”. Ahí pasábamos las horas mientras ellos trabajaban arriba. Bueno, realmente pasábamos pocas horas ahí metidos, sólo cuando caía la noche o salía un día lluvioso. Éramos más bien silvestres, todo el día pescando, trepando por las rocas, navegando con nuestra pequeña barquita de remos, dando paseos en bicicleta, etc… Todo lo que no hacen los niños ahora.
Durante estos años he visto dos reformas importantes en la escollera. En la primera reforzaron toda la roca y nos quitaron el “gambero”, así lo llamábamos. Era una especie de cuarto oscuro con un pozo conectado con el mar. Ahí guardábamos la barca y en el pozo pescábamos gambitas, cangrejos, anguilas y algún que otro pulpo. Hubo unos años que también venía mi abuelo a pescar. Recuerdo la fuerza con la que lanzaba las cañas y los cacho-dorados que sacaba de dos en dos. No he vuelto a ver a nadie capaz de hacer tal cosa. Pero también me acuerdo de los almuerzos y meriendas que nos pegábamos. Todo light.
En la segunda reforma dejamos de estar solos en la escollera.
Ahora hay otro edificio más moderno justo enfrente, un puerto deportivo, talleres navales, farolas, dos carriles para coches, un paseo para peatones, aparcamiento etc… Y aunque hemos ganado en servicios y comodidad, creo que ha perdido parte de su anterior encanto.¡¡Ya no se pueden caer los coches al mar!!.
No, este post no tiene nada que ver con cuarto milenio o cierta película de extraterrestres. Este post tiene que ver con auténticas señales que se encuentran a disposición de todo el que necesite comprarlas. Las he encontrado en un catálogo, cuando buscaba una especial para un cliente. Mientras pasaba las páginas, no he podido dejar de preguntarme: ¿de verdad es necesario poner estas señales para que la gente no haga ciertas cosas?.
He hecho una pequeña selección:
Sí, seguro que más de uno apila hasta el infinito porque nadie se ha molestado en poner esta señal.
¿Por qué?. ¿Qué puede pasar?. ¿Aplastarme?. ¿A mí?.
Señores trabajadores, se les ha acabado el chollo con esta prohibición. Ya no se puede ir por la nave recogiendo a gente para ir a almorzar. Habrá que ir a pie. Qué fastidio.
¿Helados?. ¿En qué situación puede estar única y exclusivamente prohibido comer helados?.
Con esta señal se acabaron las carreras de patinete-transpalet. Los trabajadores ya no tendrán nada que hacer en las horas muertas, aunque como irán a pie a almorzar, se habrá reducido considerablemente el número de este tipo de horas.
Vaya, vaya. Si no se puede escalar estanterías ni usar el torito para subir a personas ¿cómo podrán coger las cosas del último estante?. ¿Con una escalera?, no, eso no tiene emoción. Lo que mola es arriesgar la vida.
Y para acabar, un pequeño examen, vamos a comprobar si podríais sobrevivir a un accidente laboral gracias a las advertencias de este grupo de señales.
Top 15 12 de señales raras.
“Peligro rayos de sol”. Error. Si os encontráis esta señal ya podéis salir corriendo: “¡Peligro! Radiaciones láser”.
“Faraón egipcio anda suelto”. Error. “Radiaciones ultravioletas en soldadura”.
Esta estaba clara desde el principio: “plantas peligrosas”, sí, sí. Error. “Riesgo de salpicaduras”.
4.
¿”Gases tóxicos”? o por lo menos vista de lejos es lo que parece. Error. “Peligro de atrapamiento y proyección de partículas”.
5.
“Precaución, enamoradizos en la zona”. Error. “'¡Peligro!. Alta temperatura.”
6.
“Riesgo de ahorcarse”. Error. “Objetos fijos a baja altura”, o lo que es lo mismo, “cuidado con los chichones”.
7.
“No tocar”. Error. “Campo electrostático”. Bueno, casi acierto, ¿no? al fin y al cabo no hay que tocar.
8.
“¡Peligro!. Porras descontroladas”. Error. “¡Atención! aire comprimido”. En esta se han rayado.
9.
No me sugiere nada. ¿Qué cruel destino sufriré por no tomar las debidas precauciones al ver esta señal?. Error. Eso no es una respuesta válida. “¡Peligro!. Encendido automático”. Que depende de qué sea lo que vaya a encenderse puede ser más o menos grave.
10.
A estas alturas del test ya me doy por aplastada, radiada, chamuscada etc. No sé que me puede pasar ahora. Error. Eso no es una respuesta válida. “Mantenerse alejado del sistema articulado del cazo”. Toma ya, lo que yo decía, aplastada.
11.
Esta ya me va sonando, tendrá que ver con las máquinas atrapa-regalos de las ferias. Error. “¡Peligro!. Sólo manipulación mecánica”.
12.
“Silencio. Gente echando la siesta”. Error. “Zona confinada. Riesgo de asfixia”. Que además es la señal que me pedía el cliente.
Y eso es todo, iba a ser un top 15 pero ya me he cansado de tanta señal.
¿Vosotros qué tal?. ¿Habéis acertado alguna o seriáis pasto de los accidentes laborales?.
Al ver el vídeo de Amaral me he acordado de algo que me pasó hace un par de semanas. O a lo mejor eran tres, no lo sé.
Sé que era sábado. Salí temprano a pasear con Dama, aprovechando el fresquito. Fuimos hasta nuestra pequeña playa, que por fin hemos recuperado, eso sí, llena de porquería, ¡pero vuelve a ser nuestra!.
Dejé que Dama se metiera en el agua y yo me quedé en la orilla. Al cabo de un rato, algo que había en el agua llamó su atención, de modo que, para evitar que se lo comiera, di un tirón a la correa y la saqué del agua. Cuando ya la tenía bajo control me acerqué a mirar. ¡Qué sorpresa!. Era una tortuguita marina que estaba luchando contra las olas, intentaba meterse en el agua, pero una y otra vez las olas la echaban fuera. No tuve mucho tiempo para pensar. La cogí con una mano, con la otra sujetaba a Dama porque se la quería comer, ¿y qué hice con ella?, la lancé mar adentro con todas mis fuerzas. Igual me pasé de brusca. Hay dos opciones, que la tortuga gritara en “tortugo” un ¡¡GRACIAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS!!” o un“JAPUTAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA”. Quiero pensar que le hice un favor. Enseguida rastreé los alrededores, por si había alguna tortuguita más, pero no, debió ser la última de sus hermanas o la única superviviente a los veraneantes. Qué pena no haber hecho ninguna foto, pero el tiempo apremiaba, no me daba tiempo a sacar el móvil del bolso.
Al llegar a casa busqué por Internet y creo que ya sé qué especie era: la Tortuga Boba, bastante común en el Mediterráneo. Me hace ilusión pensar que una mamá tortuga encontró esa playita y puso ahí sus huevos. Quién sabe, si mi tortuguita sobrevive, quizás venga también aquí a poner sus huevos. El año que viene pienso estar bien atenta.
Todos los días paseo por este “cruce de calles”, aunque hasta hace poco no me había dado cuenta de los carteles ya que suelo ir mirando hacia el otro lado, que es donde está el mar. Pensaba que toda la calle era “Les Alqueries”. Me parece curioso, a partir de cada casa es una calle distinta. ¿Cómo se explica eso?. No hay cruce ni lo habrá porque ya está todo urbanizado. Cosas de antes. Igual no se pusieron de acuerdo los vecinos y la cosa acabó así. Quién sabe.
Ahora ya sé por qué las mujeres solemos ir de dos en dos (cómo mínimo) al servicio. ¡He resuelto el enigma!.
Burriana está de fiestas patronales y salir a tomar algo es una odisea. Ayer optamos por un antro en el que, de no ser por ese motivo, no me habría atrevido ni a flanquear la entrada (y después de lo de ayer con más motivo).
No entraré en temas gastronómicos, pero sabed que para pedir un bocadillo de bacon con queso hay que especificar que se quiere más de una tira de bacon e insistir en lo del queso. Tendría que haber pedido bocadillo de “beicones con múltiples lonchas de queso”, qué sé yo.
Pero a lo que iba. Después de dos horas de espera tomando cervecita fresquita me entraron ganas de ir al servicio. Como soy valiente no quise que me acompañara ninguna de mis amigas. Entré, giré el pestillo, hice lo que tenía que hacer y cuando fui a girar el pestillo en sentido inverso… ¡No se podía!. ¡Se había quedado completamente atascado!.
La ruedecita no se movía ni hacia un lado ni hacia el otro. Empezaron los nervios.
- ¿Qué hago?. ¿Por qué no llevaré 3 en en 1 en el bolso?. Hay una ventana pero tiene rejas.. ¿por dónde salgo ahora?.
- Vero, No pierdas la calma, espera un poco y vuelve a intentarlo, ya sabes, más vale maña que fuerza.
- ¡Pero es que ni con maña ni con fuerza!. ¿Y si cojo carrerilla y echo la puerta abajo?
- Jajajajajaja. ¿Tú?. Antes te dislocas el hombro que consigues tal cosa.
- ¿Entonces qué?. El bar está lleno de gente, no quiero ser “la tía que se quedó encerrada en el water y apareció muerta al cabo de tres días”.
- Llama a tus amigas.
- Se van a reír de mí, además, hace un momento nos hemos picado porque no nos acordábamos de cómo se hacía un barco de papel y yo he agotado casi toda la batería buscándolo por internet.
Llamé tres veces a la primera amiga. No lo escuchó. Bueno, todavía queda otra antes de tener humillarme del todo y llamar a uno de los chicos . Llamé a la segunda, por suerte lo cogió al segundo tono.
- VERO, ¡YAAAAA VOOOOOOOY!.
Resulta que a ella le había pasado lo mismo y en lugar de empujar la puerta hacia afuera presa del pánico, había que empujarla hacia adentro, de esa manera el pestillo se aflojaba y giraba sin problemas.
¡Qué horror!. Pocas veces he sudado tanto en tan poco tiempo. Jamás volveré a ir sola al servicio.
… ¿Fue mejor?. No lo sé, pero tengo que reconocer que gracioso sí.
Estaba buscando mis títulos por si me toca volver a hacer el currículum (nunca se sabe) y me he encontrado con mis antiguos apuntes, concretamente los de 2º de B.U.P., que no sé a qué equivale ahora. Lo que sí sé es que contaba yo con 15 años.
El golpe
Vaya relato (hay más, ya los iré publicando). Le cuento a la profesora, de forma sutil, que me aburro en su clase y me duermo por dentro. El resto no sé si saldría de mi cabeza o lo tomaría prestado de algún libro o película. Por aquél entonces tenía yo mucha imaginación.
“Suficiente” por las faltas… Me gustaría ver cómo corrige lo que escriben ahora los de esa misma edad, aunque también me ha sorprendido esa dejadez por mi parte, vale que era de ciencias pero aun así… Pasando hojas he encontrado el posible problema: no prestaba atención en clase.
Siempre en las nubes.
Y también se la tenía jurada a algunos:
Sé que eran mi mejor amiga de clase y todos los que se sentaban detrás. Nos llevábamos fatal. Hasta me expulsaron una vez por su culpa, ¡a mí!, ¡a la más modosita de la clase!. Lo recuerdo perfectamente, la de valenciano me tenía manía (de verdad) y siempre me hacía leer a mí. Empecé el párrafo y los de detrás engancharon mi silla y empezaron a zarandearme de tal forma que parecía que lo estuviera haciendo yo. Me pidió tres veces que parara y como no pude.. ¡a la calle!. Creo que mis lagrimones la conmovieron y por eso no llamó a mis padres.
En fin, voy a seguir revolviendo los papeles porque hay de todo. ¡Y todavía no he localizado los títulos que buscaba!.
Domingo.
Estuve toda la mañana haciendo unos recados que me habían encargado mis padres. Llegué al restaurante familiar poco después de las doce del mediodía, cansada y hambrienta. En el exterior hacía mucho calor, pero dentro había una temperatura muy agradable ya que tenían el aire acondicionado a todo gas, cosa que agradecí bastante. Como siempre, estaban todos en la mesa acabando de comer: el personal, mis padres y mis hermanos.
- ¡Buen provecho! – dije yo.
- Gracias – contestaron todos al unísono.
- ¿Has tenido tiempo de hacerlo todo? – me preguntó mi padre.
- Sí.
- Pues ahora tienes que ir a Castellón a recoger a unas amigas de Laura, es que nosotros no podemos.
- No pasa nada, pero antes voy a comer, que tengo mucha hambre. ¿Dónde está mi plato?.
Se hizo el silencio en la mesa. Noté cierto cruce de miradas, pero fue mi madre la única que se atrevió a hablar.
- Ehhh. Perdona hija, nos lo hemos comido... y lo malo es que no queda más. Hazte algo cuando llegues a casa.
Y me señaló un plato vacío, con la verdura y los huesos apartados a un lado, ni un grano de arroz...
- ¿Qué?. ¿Quién ha sido y por qué?. ¡Ya os vale!. Encima que estoy toda la mañana de aquí para allá. ¡Pues ahora no pienso ir a Castellón!. Ya os apañaréis.
Silencio. Todos esquivaron mi mirada. No puedo explicar el arrebato de ira que se apoderó de mí al ver tal pasividad.¡Como si fuera lo más normal del mundo haberme dejado sin la paella de los domingos!. Gritos, patadas al suelo, palmadas a la mesa. No recuerdo muy bien qué más pasó, ni el tiempo que estuve fuera de control. Todos seguían ignorándome. Sé que cogí una cestita con una propina de cuatro euros (en monedas de uno) que había dejado un cliente y pretendía llevármela, pero me pilló una de las camareras.
- Vero, eso estaba ahí para echarlo al bote.
- ¿Ah sí?. Pues ahora lo voy a echar a mi bote particular, por las molestias y por no haberme guardado paella.
- Pero es nuestro...
- ¿Vuestro?. Muy bien. Ahí lo tienes.
Y le lancé los cuatro euros a la cara, pero en monedas de céntimo de euro, de modo que un total de cuatrocientas monedas volaron por todo el restaurante, ante la expresión de incredulidad dibujada en el rostro de todos.
Todavía presa de la furia salí del restaurante, pegué un portazo y me subí al coche para dirigirme al barrio en el que vivíamos antes. Aparqué y me reuní con un grupo de gente que había en la esquina de la panadería. Era una “quedada” improvisada de ex alumnos de E.G.B., no estábamos todos pero éramos suficientes. ¡Qué alegría verlos después de tanto tiempo!. Aunque me resultó raro, ya que me los cruzo muchas veces y ni siquiera nos saludamos. En fin, charlamos, nos contamos batallitas y nos pusimos al día de todo. Recuerdo especialmente la conversación con una de mis mejores amigas por aquel entonces.
- ¡Vaya! ¡Qué alegría verte! – le dije yo - ¿Qué tal todo? ¿Tuviste una niña hace un par de años, no?
- Si, está hecha todo un bichito. ¡Con ella no te aburres!.
- ¿Y el trabajo qué tal? ¿Sigues en el mismo sitio?
- Sí, de momento estoy bien allí. Aunque no sé si sabrás que me he separado.
- Uy, pues no lo sabía, qué palo.
- No pasa nada, estamos las dos bien. Es que mi marido se quedó sin trabajo y no levantaba cabeza.
- Por desgracia hay muchos como él. ¿Trabajaba en alguna azulejera o construcción?
- No, que va. Era sicario. Mataba a gente por encargo y por dinero. Mucho dinero. Y claro, con la crisis, ahora no lo contrataba nadie porque...
6:45 – piiiiiii - 6:45 – piiiiiiiiii - 6:45 – piiiiiiiiiiiiii
Lunes
Suena el despertador y vuelvo a la realidad. ¡Qué flash!. Inspirada en los post de Gybby tomo papel y lápiz y apunto lo poco que recuerdo. De ahí sale esta historia a la que prefiero no buscar significado...
Según ordenanzas municipales:
Artículo 5.-
Queda absolutamente prohibida la entrada y permanencia de animales en los siguientes lugares:
- En restaurantes, bares, cafeterías y similares, y en general, en toda clase de locales
dedicados a la fabricación, venta, almacenamiento, transporte o manipulación de alimentos.
- En piscinas públicas y en las playas, tanto en zonas de uso general como en las zonas de uso privado de establecimientos turísticos, durante la temporada de baños.
- En espectáculos públicos deportivos y culturales, así como en recintos de práctica de
deportes.
Yo entiendo y respeto la norma en las playas oficiales de Burriana: L'Arenal, Malvarrosa y Grao, que son las que tienen socorristas, chiringuitos y el resto de servicios necesarios.
Hace aproximadamente un año, cerca de mi casa partieron el muro y se ha formado una mini-playa, pero no hay socorristas ni nada. Llevo desde el mes de marzo yendo con Dama todos los días, se pega un chapuzón y volvemos.
¿Estoy incumpliendo la ley que he mencionado antes?. Si es que sí, me parece injusto. Primero, siempre la llevo atada y segundo, recojo las “cacas” que hace alguna vez.
Hasta hace poco ni me lo había planteado, pero últimamente hay bastante gente bañándose y pasando el día. La mayoría no son vecinos de la zona, son gente de fuera que vienen con toda la familia a pescar desde el muro, de modo que mientras unos pescan, otros disfrutan de la mini-playa.
Ya he visto gestos que no me han gustado.
Una tarde, había unos niños bañándose y al acercarme yo la madre gritó: “¡Cariño, cuidado que viene un chucho!”. Perdona, se acerca “un chucho” atado y una persona. Además, esos mismos niños me vieron tirar piedras a Dama para que las cogiera en el agua y cuando volví a pasar le tiraron piedras a Dama, pero a la perra directamente, “Cariño, no le tires piedras al chucho”. Ante la pasividad total de los niños tuve que amenazarles yo: “como la suelte y os muerda vais a ver” (Dama no muerde, pero no me iba a poner a tirar piedras yo también).
Las miradas. Las miradas que me echa la gente tampoco me gustan nada. Me da la sensación de que les molesta que vaya a su pequeño paraíso particular, en el que no tienen que preocuparse de los niños hasta que aparezco yo.
Pero sobre todo, todo, todo, lo que más me fastidia es la porquería que dejan:
¿Tanto cuesta dejarlo todo limpio?
¿Y ponerlo todo en bolsitas pero dejarlas ahí no es absurdo?.
Pensaba escribir un e-mail al concejal que corresponda (aquí podemos sugerir cosas a los concejales, se toman la molestia de leerlas) pidiendo que pongan un contenedor o algo similar por la zona, pero no merece la pena. El domingo estuve en una de las playas “oficiales” y pese a estar repleta de contenedores, papeleras normales y papeleras de envases, la gente sigue dejando la basura donde le place, incluso a escasos metros de donde debería dejarla. ¡Multas de 100€ al marrano, es lo que deberían poner!.
El otro día vino a darme la tarde un individuo. Me recordó a este personaje de “Amar en tiempos revueltos” (serie que no veo pero sí que sigo, a ver cómo se explica eso).
Bajé un par de veces a la nave y ya me fijé en él. “Ojalá sea cliente con ficha y no tenga que subir a pagar”, pensé, tal era la que les estaba montando a los de abajo.
Pero no tuve esa suerte.
Entró sin llamar y sin saludo alguno.
- ¿Para pagar?
- Aquí mismo.
Y se sentó en la silla que hay delante de mi mesa. “Mal empezamos”. ¿Quién se sienta en una silla para pagar?, sé, por experiencia, que son únicamente los que tienen previsto quedarse un buen rato.
- Te pago, pero hazme factura.
- Muy bien. Dígame los datos.
- Ya los tienes, que he venido más veces.
- Es posible, dígamelos y lo compruebo.
Efectivamente, había venido una única vez, hace más de un año.
- ¡Esto es un coñazo!. ¿No me puedes abrir ficha?
- Mmmm, sí, puedo abrirle ficha de contado, cuando venga tiene…
- ¿Contado?
- Sí, es que ahora no abrimos otro tipo de fichas.
- No me lo creo. Me estás engañando.
- No le estoy engañando. Sólo abrimos fichas de contado y, si el volumen de compra aumenta o viene más a menudo, se negocia otra forma de pago porque…
- Que no me lo creo.
- Bueno, pues es lo que hay. ¿Le abro ficha de contado o qué?.
- Sí. Pero sigo sin creerme que no abras fichas.
Lo ignoro.
- Muy bien. Tengo todos los datos pero me faltará un número de teléfono.
- ¿Número de teléfono?. ¿Por qué?.
Ya me estaba poniendo de los nervios.
- Para abrir ficha necesito un número de teléfono, son las normas.
- Te daré el de la oficina, mi móvil no. Mi móvil no se lo doy a nadie.
- Como usted quiera.
El tío estaba espatarrado en la silla con una pinta de chulo que “pa qué”. Mientras tanto, preparé la factura de lo que se había llevado.
- ¿Cómo me pagará?, ¿en efectivo o tarjeta?-
No me contestó. Sacó la cartera, rebuscó y me lanzó una tarjeta. Era una de esas tarjetas con el nombre de la empresa y una foto del susodicho, de modo que no le pedí el D.N.I.. Pero era de chip.
- Disculpe, tiene que pasar e introducir el PIN.
Silencio absoluto, pasividad total y mirada desafiante. “¿No me habrá oído?”, pensé.
- Mmmm, señor, tiene que pasar a introducir el número secreto, el chisme este no es inalámbrico y no se lo puedo acercar yo.
Se levantó y se acercó al tarjetero. Yo me giré, para darle intimidad. Escuché sólo un pitido y al momento el aparato hizo la llamada y salió el papelito: “Operación cancelada, necesario introducir PIN”.
- Ehhh, se ha debido de confundir en algún número porque no ha pasado.
- ¿Cómo que no ha pasado?. ¿Y ese papel que ha salido qué es? ¿Eh?.
- En este papel se lee claramente “operación cancelada”, ¿no lo ve?.
Volvemos a empezar. Otra vez un sólo pitido y otra vez el mismo papel.
- Oiga, no está poniendo el PIN.
- Sí que lo estoy poniendo.
- Pues yo sólo he escuchado un pitido.
- Lo he puesto.
- Bueno, pues no ha pasado. Vamos a volver a probar.
¡Otra vez lo mismo!. ¡Os lo juro!.
- A ver señor, el PIN son cuatro números y yo sólo he oído cómo apretaba uno. No lo está haciendo bien.
- La que lo hace mal eres tú. No tienes que darle al botón verde.
- ¿¿¿¿¿??????. Bueno, pues vamos a volver a empezar.
Meto la tarjeta, introduzco la cantidad y me dispongo a darle a validar cuando…
- ¡Quieta!. Ves, ahora tú aprietas ese botón verde y por eso te pide el PIN.
- Ya, pero ese botón es “continuar”, “validar”, si no lo pulso no avanzamos.
Y lo pulso.
Y me pide el pin.
- Ve, ahora tiene que introducir el PIN.
- ¡NO LO PIENSO PONER PORQUE NO LO HACES BIEN!.
Me hace dudar, y pienso si no será de esas tarjetas que pasan igual sin necesidad de poner el PIN, pero no lo es. PIN obligatorio.
- Mire, yo lo estoy haciendo bien, es usted el que no está poniendo el PIN. Podemos estar así toda la tarde.
- Bueno, si me lo pones tan difícil te pagaré con dinero.
Y me pagó con dinero. Le puse el cuño de “PAGADO” en la factura y se la di. Echó un vistazo y volvió otra vez a la carga.
- ¿Y esto cómo se sabe que está pagado?
- Ya le he puesto el cuño a su copia y a la mía.
- Pero es un cuño estándar que puede comprar cualquiera. Quiero que me la firmes tú como que está pagada.
En esos casos suelo discutir, pero estaba tan harta del personaje que firmé sin rechistar. ¡Menudo tipo!. Espero que tarde por lo menos otro año en volver.
Y para quitar el mal rollo que crean este tipo de situaciones os dejo una canción divertida de Delafé y las Flores Azules.
¿Habéis visto alguna vez una rata muerta? ¿A que son repugnantes?. Yo me he encontrado a la misma tres veces. Y lo que es peor, la he tenido que tocar con mis manos esas tres veces. ¡¡Qué ascoooo!!.
Primer encuentro:
Iba paseando a mi perra, Dama, con una correa larga. Siempre que llegamos a la playita que hay cerca de casa suelto los siete metros de correa y ella va olisqueándolo todo. Encontró el rastro de la rata enseguida y la desenterró. Yo todavía no sabía que era una rata.
- Dama, ¿qué llevas en la boca?. A ver, ven aquí un momento.
Como es lógico no me contestó, pero debía ser un buen botín, pensé, porque intentaba que no la viera, se giraba para darme la espalda y me esquivaba cada vez que me acercaba. Finalmente la vi. El rabo medía más de un palmo y era inconfundible.
Momento de histeria.
- ¡DAMA VEN!, ¡DAMA NO!, ¡DAMA SIENTA, DIGO SUELTA!. ¡QUE SUELTES ESO MARRANA!.
Ni puñetero caso.
Tuve que utilizar la fuerza bruta y arrastrarla. Treinta kilos en peso muerto más la fuerza que hacía ella. Gané yo, aunque en la arena sus patas dejaron un rastro que parecían raíles. Luego tuve que abrir su mandíbula con una mano y sacar a la rata con la otra. Fue rápido. La lancé por los aires lo más lejos que pude. Estaba más seca que la mojama y era enorme. De vuelta a casa procuré no olerme las manos hasta poder lavármelas con lejía. Sólo con pensarlo me entraban arcadas.
Segundo encuentro:
Pasaban los días, y cada vez que nos acercábamos a la zona donde debió caer la rata, Dama estiraba más que nunca, por suerte yo tengo más fuerza que ella.
Pero un día medio nublado había un señor con la mirada perdida hacia el mar, de modo que me giré para ver en qué centraba su atención y me encontré con esto:
Saqué el móvil, hice un par de fotos, las colgué en las redes sociales y cuando terminé... ¡¡había vuelto a coger la rata!!. ¡¡Por culpa del arco iris!! (sí, ya sé que la culpa fue mía pero mola más echársela a factores externos).
Me tocó hacer exactamente lo mismo que la primera vez, salvo gritar como una histérica. Ya sabía que no me iba a hacer caso, de modo que evité ponerme en evidencia delante de un desconocido.
¡En esta ocasión el olor era peor!. Me enjuagué un poco las manos con el agua pero la “fragancia” me acompañó hasta casa. Puaaaaaj.
Tercer encuentro:
Habían pasado muchos días y ya no estiraba cuando pasábamos por la “zona rata”. Ni siquiera me acordaba de ella.
El domingo por la mañana la saqué temprano, más o menos a las ocho. Al llegar a la playa me encontré a mi vecino con su perro (suelto) y los dos se pusieron a jugar. Como a esas horas no era previsible que apareciera nadie más, la solté para que corrieran y se bañaran tranquilamente. Error. Al verse libre, se olvidó del perro y se fue a buscar su tesoro. Dio con él. Igualita que Gollum. El problema es que esta vez estaba suelta y no podía recurrir a la fuerza para quitársela.
Tuve que poner en práctica todos los conocimientos adquiridos en el cursillo y usar psicología canina. Me acordé de las palabras de la educadora “tienes que transmitirle que estás enfadada y dar las órdenes de manera contundente”. Así que, sin ponerme nerviosa, con voz serena y firme me fui acercando a ella.
- Dama, NO. Sienta. Muy bien. Quieta. No. Quieta. Suelta. ¡Muy bien!.
Y la soltó.
El olor era nauseabundo. La volví a coger con una mano para deshacerme de ella, pero esta vez no me la jugué, la lancé a lo alto del muro de piedra, a una zona, espero, inalcanzable.
¡¡Qué olor!!. Ni el agua del mar, la arena, el barro y todo lo que me unté en la mano lo aplacaba. No sé cómo pude llegar a casa, se me revolvía el estómago cada vez que lo notaba.
Me lavé las manos con lejía tres o cuatro veces y ahora estoy pensando incluir unos guantes de látex junto con las bolsitas cuando salga de paseo, por lo que pueda pasar.
Y respecto a Dama... empiezo a pensar que el nombre que le puse no va muy acorde con su personalidad, ¿dónde se ha visto a una dama jugando con ratas muertas?.
Me acabo de enterar que hoy, 25 de mayo, se celebra el “Día del orgullo friki”. Sí, ya sé, vaya friki estoy hecha si ni siquiera lo sabía ¿no?. Pues no. Algo friki sí que soy.
Os dejo una de las caricaturas que me suele hacer mi hermano y recordad, se acerca el invierno, que la fuerza os acompañe.
¡Feliz día del orgullo friki!
Papadas
A mi perra le está saliendo una papada impresionante y como no sé si es muy normal ayer me dispuse a investigar con el buscador de imágenes de google. Pretendía escribir “papada de labrador” pero cuando tecleé la palabra “papada”, google me sugirió como primera opción “papada triste de panceta”. ¿¿¿¿Qué??????. Me olvidé de la papada de mi perra y elegí esa opción. ¿Qué es lo que apareció en mi pantalla?. Podéis probarlo, pero si no os apetece os lo cuento yo, salía una foto poco favorecedora de Leire Pajín. ¡¡Qué cruel llega a ser la gente por la red!!. Puede caerme mejor o peor, o parecerme o no competente, pero no traspasaría la frontera de faltar al respeto (aunque he de confesar que me reí un poco). Ahora tengo todavía más claro, que jamás quiero ser un personaje público.
Comuniones
El sábado al mediodía estuve de invitada en una “Primera Comunión”. Acudí directamente al banquete porque era en el restaurante de mis padres. Pero no es ésa la que os quiero contar, sino la que se celebró en el salón de banquetes que tenemos enfrente.
Antes que nada, quiero dejar claro que cada uno con su dinero hace lo que le da la gana, ya lo sé, pero ¿no estaremos llegando demasiado lejos?.
Empezaron a acudir los invitados. Muchos, por cierto.
Llegó una limusina, salió el chófer y abrió la puerta. Por un momento pensé que sería una boda. Pero no, del coche bajó una niña vestida, como todas, de princesita inmaculada.
Tracas.
Amenizando la comida cantaba una tuna completa.
Con los niños había monitores, castillos hinchables y payasos.
En el café actuó el mago Yunke (estuvo comiendo en el restaurante de mis padres).
Y para acabar, una orquesta con cuatro o cinco músicos y barra libre.
Pasadas las once de la noche todavía seguía la fiesta.
Todo eso es lo que pudimos ver desde fuera, dentro tampoco quedarían mal.
¡¡Y yo que pensaba que en comuniones lo había visto todo!!
En mi opinión eso ya es pasarse de la ralla**. ¿Qué significa realmente tomar la Primera Comunión o qué creerán los niños qué es?. ¿De verdad es algo como para hacer semejantes fiestas, bebiendo y comiendo hasta reventar?. ¿No debería ser algo más ceremonial, espiritual, íntimo?. Me atrevería a decir que el 98% de los niños no vuelve a pisar una iglesia hasta otra ceremonia de este tipo, y los padres tampoco. Se supone que es un día importante a los ocho o nueve años pero me da la sensación que hoy en día el significado religioso pasa a un segundo o tercer plano, colocando antes la macro-fiesta, el “a ver quien puede más” o el viaje a Euro Disney. ¡¡Ni siquiera se hacen regalos, en la invitación ya viene una tarjeta con el número de cuenta!!.
¿Qué será lo próximo?.
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P.D.: he visto que tengo varias entradas al blog desde Berlín. No sé si serás quien creo que eres, por si acaso, sólo quiero decirte que puedes ponerte en contacto conmigo (blogdeveronica@gmail.com) y te explicaré cómo van las cosas con JP.
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** Acabo de ver esta "peazo" falta. ¡Habérmelo dicho!. Duele a la vista.
“¡¡¡Nenas, dos por uno en posts. Pasen y vean, estamos de saldo, me los quitan de las manos!!!.”
Últimamente tengo una desmotivación total a la hora de ponerme a escribir. Algo tiene que ver el hecho de que me falten horas a lo largo del día. He estado haciendo cálculos y para poder hacerlo todo, mis días deberían ser de treinta horas. Como no puede ser, me toca sacrificar la lectura, el descanso y mis paseos por la blogosfera. Por eso aprovecho y escribo dos posts en uno.
Hoy han llegado las máquinas a la puerta de mi casa. No sé si considerarlo, o no, una buena noticia. Hace más o menos un año ya expliqué la injusticia que se está llevando a cabo por aquí.
Esta zona se ha urbanizado en varias fases. Hace diez años, al terminar la primera de ellas, mis padres se hicieron la casa con todos los permisos en regla, aunque el solar grande se quedó fuera de la zona urbanizada (en el catastro constaban como dos parcelas independientes). En un principio iban a salir tres parcelas, dos con entrada independiente y otra pegada a la casa. Finalmente las calles se han mantenido como estaba previsto pero se ha reparcelado según intereses, por lo que nuestra parcela ha cambiado de ubicación y de tamaño.
Y hoy han comenzado a derribar las viviendas que había en la parcela que nos han asignado, según acuerdo, tienen que dejarla limpia y vallada, tal y como está la que nos quitan.
Mis padres pierden muchos metros cuadrados (de 1000 a 400) y pagan una barbaridad de tasas (más de 45.000€). Todo un robo. Han intentado salvar alguno de los árboles, pero aun así se quedan fuera el limonero, la higuera, los manzanos (y otros que no sé que son...).
Todas las tardes paseo por la zona nueva con Dama y el sentimiento es contradictorio. Por un lado me alegro de todo lo que han hecho: calles arregladas, dos plazas, iluminación etc... y por otro me enfurece ver cómo muchos propietarios (jubilados en su mayoría) han tenido que renunciar a su trocito de terreno y a su alquería para las paellas por no poder hacer frente a las tasas de la urbanizadora. Es muy triste.
Ah, y si tenemos en cuenta que la media de pago ha sido de unos 30.000€ por propietario, tendríais que ver la calidad de la obra: aceras de hormigón pintado de rojo, que cuando llegas a casa vas dejando huellas rojas; calles de cemento en las que se hacen charcos enormes; tan sólo un par de calles asfaltadas como toca y más cosas que irán saliendo, seguro. Pero es lo que hay. Mi padre ya se dejó dinero en abogados y no hubo nada que hacer.
Como ya está confirmada la recepción de los dos libros, puedo desvelar el secreto:
A B.art, ganador de la “6ª Edición Proyecto Lectura encadenada”, le he enviado “Juego de Tronos”, de George R.R. Martin. ¿Por qué?, bueno, es el primer libro de mi saga favorita: “Canción de hielo y fuego”, que por cierto, os recomiendo. ¡Se la ha leído hasta mi madre!. Fue la primera en sorprenderse a si misma al quedar totalmente enganchada. Creo que espera la quinta entrega con más ganas que yo.
Otro dato, ¿os suena “Winter is coming”?, es una de las frases con la que promocionan la serie de tv que se ha estrenado hace poco en Estados Unidos, pronto lo harán aquí.
A Estrella, mención especial, le he enviado “El nombre del viento” de Patrick Rothfuss. ¿Por qué?. Porque ya tenía “Juego de Tronos”, jajajaja. La verdad es que cuando lo leí me gustó bastante, también es el primero de una saga y tiene muy buena pinta. Es otro libro que os recomiendo.
Tomas falsas:
¡Menudo lío me hice con los paquetes!. Quería incluir una tarjeta con una especie de diploma y escribir algo detrás. Como no tengo impresora a color, le pedí a mi hermano que me los imprimiera. Y lo hizo, pero en folio normal, claro, no le indiqué otra cosa. Así que los recorté y los pegué en una cartulina que tenía yo.
Escribí el mensaje para Estrella y cuando iba a ponerlo en el libro, ¡¡¡zas!!!, era la tarjeta de B.art. “¡¡¡Noooooooooooooooooo!!!”, pensé, “no pasa nada, le pediré que me lo vuelva a imprimir”. Acto seguido lo empaqueté todo debidamente y cuando iba a tirar la tarjeta estropeada a la basura, ¡¡¡zas!!!, había puesto en el paquete la tarjeta de B.art con el mensaje para Estrella. ¡¡¡Noooooooooooooooo!!!, A desempaquetarlo todo y volver a empezar.
Finalmente no conseguí otra impresión a color, de modo que a B.art le tuve que enviar la tarjeta en blanco y negro para no demorarlo más. ¡Espero que te haya gustado!.
Hoy mi hermano mayor me ha dado una sorpresa al enviarme una nueva cabecera para el blog. ¡Gracias!. Creo que ya estamos en paz. Ya no me debes nada por haberme robado (hace veinte años) aquélla pegatina de horario.
Supongo que la inspiración le vino el domingo, cuando me vio jugando con Dama y su juguete favorito. No hay otro para ella. ¡Qué le voy a hacer!. Lo malo es que no lo puedo meter en el bolso y llevármelo a los cursillos.
Y ayer también me llevé otra sorpresa.
¡¡Tatatachán!!
¡¡Había llegado un paquete para mí!!
Es el libro que me ha enviado Inés, de “La palabra pronunciada”, por el concurso “Proyecto Lectura Encadenada” que gané yo.
¡¡Muchísimas gracias!!. ¡¡Qué ilusión hace recibir un libro-sopresa!!.
La verdad, no lo conocía pero estoy deseando empezar a leerlo. ¡Tiene buena pinta!.
Yo ya tengo preparados mis paquetes, sólo me falta sacar tiempo de no sé donde y pasar por correos.
Y eso es todo por hoy, ¿tendré alguna sorpresa mañana?. Ahora ya le he cogido el gustito a eso…