lunes, 16 de agosto de 2010

Intento de post.

Esto está resultando una de las cosas más difíciles que he hecho nunca. Escribir un post desde la BlackBerry, conectada a la Wifi de un hotel perdido por ahí.

La letra la veo muy pequeña, más que milimetrada. Mi ya perjudicada vista me lo agradece un montón.

Las teclas son muy pequeñitas, o mis dedos muy torpes, el caso es que no doy pie con bola. Tengo que corregir todo el rato porque me salen cosas así: hola anigos. Cino va todio piore ahí?.

Poner tildes y eñes en las palabras que no están memorizadas es toda una odisea. Hay que apretar la vocal en cuestión (o la ene) y a la vez, pasar otro dedo por la bolita del ratón. Hasta que consigues que se quede la que quieres te aparecen cosas así: ä ê ë Æ Ø Û Î, y como no veo un pijo, no sé si pongo o no la tilde.

Todavía no tengo claro si se publicarâ esto. He intentado dejar algún comentario en otrps blogs y ha sido imposible. Cuando ya lo tengo todo escrito, en lugar de palabra de verificación, es audio de verificación... Te descargas un archivo que es una mujer diciendo números con mucho ruido de fondo. Los memorizo y tecleo, pero siempre me da error. De modo que puedo leer vuestros blogs pero no comentarlos. Lo siento!!!

También es complicado revisar lo que ya he escrito. Espero que no hayan muchos gazapos!!

Hasta que no me reuna con mi ordenador, no voy a escribir nada. Demasiado complicado.

Que paséis una buena semana!!!

Verónica

viernes, 13 de agosto de 2010

¡Otra semanita!

Bueno, pues ya estoy en otra semanita de vacaciones. Esta vez no llego con tantas ansias como la otra. ¡Es que han pasado solo tres semanas!. Lo mejor: cuando acabe, trabajaré otras dos semanas y otra vez de vacaciones… ¿Alguien lo entiende? ¿No sería más cómodo dos o tres seguidas?. En fin, hay que adaptarse a la situación actual. Lo que tengo claro es que no las cambio por dinero.

Lo malo es lo bien que están empezando. He salido de trabajar a las 19:00 con mi habitual atuendo veraniego y… ¡¡¡estábamos a 20º!!!, ¡¡10º menos que ayer!!. Casi me congelo.

Luego he ido a tomarme unas cervecitas con mi hermana y cuando hemos salido ha empezado a diluviar. Y sigue en ello. Así que estoy con la mosca detrás de la oreja, porque la última vez que vi llover así, se inundó el pueblo. El 29 de Septiembre de 2009, día de mi cumple, para más inri. Salí de mi casa a las 8:00 y no pude volver hasta 14:00 del día siguiente. Seguro que no soy la única de Burriana que en estos momentos mira al cielo con cierta inquietud.

Por lo menos esta vez sí que me voy de viaje. Al norte, la zona de los Pirineos. En plan relax. Salgo el Lunes y no sé cuando volveré. Espero venir con las pilas cargadas.

Si no me tienen que sacar en barca esta noche, ya os contaré que tal me he apañao por esas latitudes.

¡Hasta pronto!

Verónica.

martes, 10 de agosto de 2010

No soy de agua dulce.

La semana pasada se me hizo súper larga y pesada. ¡Qué bajón!. Después de una semana tan intensa, era normal. No es lo mismo ir a trabajar sabiendo que en unas horas vas a ver a “The Cranberries” (entre otros), que ir a trabajar sabiendo que te espera una tarde larga, calurosa y muy, muy tediosa.

Pero llegó el fin de semana.

Excursión a Bejís, un pueblo del interior de la provincia de Castellón, más conocido por su agua mineral.

Esta vez decidí conducir yo. Autopista Mudéjar, desvío en Viver, cruzamos un pueblo llamado Teresa, Venta de Bejís y Bejís. Ahí empezó lo chungo. Una carretera que apenas cabían dos coches, con unos precipicios impresionantes que era mejor no mirar. Tuve que detenerme un par de veces para cruzarme con otros coches, a mi me tocaba en el lado del barranco.

El sitio merecía la pena: Los Cloticos, Río Palancia.

Un paraje en plena montaña, con mesas de madera y de piedra para comer, una fuente de agua natural, con zona para hacer barbacoas o paellas a leña, aseos más o menos en condiciones y el río.

Íbamos dispuestos a tomar el baño, aunque ya les advertí que como el agua estuviese a la misma temperatura que la de beber, pocos iban a ser los valientes.

Comenzamos el descenso. La primera parte eran escaleras de piedra, pero casi al final se transformaron en sendero empinado.

No se puede ir a un río con chanclas de playa. Ahora ya lo sé.

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No tardé nada en lamentar mi error. Me metí en el lodo y no podía salir. No recuerdo la de veces que perdí alguna de las chanclas enterradas en el fango y me tuve que agarrar a las zarzas. En el río la cosa no mejoraba. Tal y como preveía, el agua estaba HELADA, cortaba la circulación. Pero incluso en el agua seguía perdiendo las chanclas. Parece ser que en algún momento me puse a chillar como una loca “¡¡socorro, socorro, que pierdo las chanclas!!”. Al final mis amigos decidieron confiscármelas. Así que me tocó andar por el río descalza. Cuando no me clavaba guijarros puntiagudos, caminaba sobre fondo viscoso de plantas acuáticas, sentía un repelús espantoso.

Y todo por hacer buenas fotos. Porque me había llevado mi camarón y no tenía intención de irme sin practicar un poco los conocimientos adquiridos.

Ninguno, de los ocho que bajamos, nos atrevimos a bañarnos, como mucho, por arriba de la rodilla y poco más. Yo pensé ponerme debajo de la cascada, pero enseguida deseché la idea.

Si lo mío en el río fue apoteósico, todavía faltaba el ascenso. No sé cómo lo hice pero, una vez recuperadas las chanclas, me volví a hundir otra vez en el lodo, de modo que inicié el ascenso toda enfangada y en chancas.

Como dijo mi amiga Kraken: “¿cómo se os ocurre dejar a Vero subir la primera?.

Inicialmente iba en bikini, con la toalla, los pantalones, la camiseta, el bolso, un gorro y la cámara. Después de resbalar varias veces, poniendo en peligro a los que venían detrás, me confiscaron hasta las chanclas. Me vi otra vez descalza, clavándome piedras y zarzas por todas partes.

Llevo todo el cuerpo lleno de arañazos.

Los talones destrozados por todo lo que pisé.

Y encima no me pude bañar.

Después de comer, tres de los amigos desertamos y volvimos a Burriana. Fuimos directos a la playa. Qué maravilla. Sin zarzas, sin fango, sin guijarros puntiagudos ni plantas viscosas, agua a una temperatura estupenda. Creo que fue uno de los mejores baños de mi vida, o por lo menos, de los más ansiados.

Os dejo un par de fotos porque, eso sí, el sitio era precioso.

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Verónica.