Amanecer gélido en la Tierra Media, aunque ese hecho no fue obstáculo para que se reunieran los doce miembros de la Nueva Compañía del Anillo para llevar a cabo una exploración rutinaria de las Dos Torres: el Collado de Peñas Blancas y el Almanzor, en el Reino de Aín, corazón de la Sierra Espadán.
Partieron raudos en sus cabalgaduras desde el Casal Jove de Burriana. Los lugareños todavía dormían cuando dejaron atrás sus monturas para continuar a pie.
Ni los cinco grados bajo cero, que congelaron el agua de más de uno, mermaron el ánimo de los doce. Siguieron con el ascenso a la primera de las torres con el ímpeto característico de la Nueva Compañía del Anillo.
Antes de internarse en lo más profundo del bosque cedieron el paso a un ejército de hombres corpulentos y armados. El guerrero de la retaguardia les advirtió que disponían de una autorización Real para dar caza a Trasgos-Jabalíes. El bosque no iba a ser seguro para exploradores. Tuvieron que cambiar de ruta para proteger su vida e internarse de lleno en el Bosque de Alcornoques.
Quizá fue el destino lo que hizo que cambiaran de ruta y de ese modo encontrar a uno de los Ents más legendarios, el mismísimo Bárbol, que participó en la destrucción de Isengard y la caída de Saruman.
Hablaron y compartieron experiencias con él y así supieron que cuando volvió la paz a la Tierra Media abandonó el oscuro bosque de Fangorn para arraigar aquí, en la Sierra Espadán, ejerciendo de guardián en el Bosque de Alcornoques. Una vida tranquila como recompensa a su extraordinario valor en el pasado.
Ellos le relataron sus aventuras por las sierras mediterráneas y le tuvieron que prometer que volverían si encontraban una Ent hembra en alguna de sus misiones, pues es sabido que escasean por esta región.
Y así llegaron al Collado de Peñas Blancas. Respiraron aire puro, fresco, lleno de vida e iniciaron el descenso hacia la Mosquera.
En la Posada de La Mosquera hicieron un alto en el camino para comer y beber. No faltó café, chocolate, "coca” de naranja, “rosegons” y buena compañía. Una vez recuperadas las fuerzas partieron rumbo a la segunda torre, dejando atrás la vieja posada.
Llegaron a los pies del Almanzor dispuestos a coronar su cima, bordeando un arroyo de aguas heladas que les acompañó casi todo el recorrido.
El sol ya había llegado a su cénit en el momento en que alcanzaron la tan esperada segunda cima.
Lo encontraron todo en perfecta armonía. No había nada digno de mencionar a los miembros del consejo. Los doce decidieron mantener en secreto su encuentro con Bárbol. Regresaron al poblado a descansar y preparar su próxima misión.