Tengo una fobia. Una obsesión: las culebras.
Todo empezó hace unos doce años, cuando empezaron a aparecer por casa. Eran pequeñitas, como los cordones de unas zapatillas. Casi siempre nos las encontrábamos muertas, víctimas de mi perro. Mis padres pensaron que salían de un agujero que había en la calle y lo taparon. Debían tener razón porque no volvimos a ver ninguna.
Dos años después, a mi padre le regalaron una parejita de canarios y empezó a criar. En invierno, estando dentro de casa, tuvieron varios "polluelos" que regalamos y alguno más que no sobrevivió. Llegó el verano y sacamos la jaula fuera. Empezaron a poner huevos, pero desaparecían por arte de magia. Pensábamos que se los comían ellos, ni siquiera sé si eso es posible. A veces, había gotitas de sangre por la jaula, pero no le dimos importancia.
También empezó a faltar algo de comida dentro de la cocina, trocitos de carne que le guardábamos a mi perro y cosas así. Supusimos que sería algún gato, que también hay muchos por la zona y tampoco le dimos demasiada importancia.
Hasta que descubrimos al depredador. Una tarde calurosa, estábamos mi tía y yo haciendo la siesta en el porche y lo vimos aparecer: una culebra gigantesca. Se había instalado en el canal del agua de lluvia y lo usaba de conducto para desplazarse por donde quería. Pudimos ver cómo salía por un lado del canal y, pasando por las macetas, llegaba hasta la jaula de los pájaros. Al ser descubierta volvió rápidamente a su escondite y entonces cundió el pánico. Enseguida montamos un numerito "que pa qué". Tuvo que venir mi padre, subierse al tejado y buscarla. La encontró, y con una escoba, la lanzó a donde estábamos nosotras y nos dijo "matadla". Ja!!! ni que fuera tan fácil!! Pasó por nuestro pies y se volvió a meter en el canal del agua. Así que vuelta a empezar el proceso. Mi padre en el tejado hasta que la encontró otra vez y acabó con ella allí mismo. La partió por la mitad, pero solo recuperó el lado de la cola, que medía más de medio metro y unos cuatro centímetros de grosor. No tardamos en descubrir que, cuando quieres acabar con una culebra, la parte importante es la de la cabeza. Se regeneró por completo y volvió a las andadas. En esta ocasión tuvimos que recurrir a la ayuda experta del vecindario. Hubo que echar no se qué producto por todo el canal para obligarla a salir y que no volviera, y así acabar con ella de una vez. Quitamos el canal de toda la casa (aunque ahora lo hemos tenido que poner otra vez por las constantes lluvias).
Desde entonces, yo he visto otras dos culebras más por el patio. No tan grandes, pero tampoco pequeñitas. han huído nada más verlas. Así que, he cogido la costumbre de mirar siempre el suelo de toda la casa cada vez que entro.
Pero mi aventura con las culebras no acaba aquí. Hace unos dos años me encontré una en el trabajo, dentro de la nave. Casi siempre soy la primera en llegar. Iba a subir al despacho y vi un rollo de cuerda en el suelo (trabajo en una empresa de suministros, y también tenemos varios tipos de cuerda) me agaché a cogerlo y salió reptando debajo de una estantería. Casi me da algo. Se lo conté a todos y me tomaron por loca, pero después de mi insintencia la buscaron y apareció. Fue la estrella de la tarde. La capturaron y la liberaron en un huerto propiedad de mi jefe, por lo que adquirí la costumbre de ir mirando al suelo cada vez que voy por la nave.
Y tampoco acaba aquí la cosa. El cuarto de baño del trabajo es un cubículo de 1,50x1,50. Lavabo, water y nada más. El picaporte de la puerta está mal instalado y se abre al revés, es decir, para abrir tienes que girarlo a la izquierda y para cerrarlo a la derecha. En situaciones normales es fácil recordarlo. Pero un día, estaba yo abrochándome los pantalones y .... si, aparació otra culebra reptando por mis pies. En el cubículo. Ese fue, sin duda, el peor encuentro de todos. Me puese a saltar, gritar, intentaba abrir la puerta y no podía, porque giraba el picaporte a la derecha y tenía que ser a la izquireda. No se quien estaba más asusatada si la culebra o yo. Al final, me subí al water y ella salió por debajo de la puerta. A ésta todavía no la hemos encontrado, así que ahora hago rondas de reconocimiento cada vez que me muevo por la nave, incluyendo el despacho, el despacho de mi jefe, el taller, almacén etc...
Se que estoy un poco obsesionada, pero creo que tengo bastantes motivos para estarlo. Lo mío no es un miedo irracional, sino basado en las experiencias. Una o dos veces al mes tengo pesadillas con culebras, y a veces me despierto creyendo ver alguna por mi habitación. Y por si fuera poco, en el calendario que tengo en la oficina, la foto del mes de marzo era un fotomontaje de culebras y mangueras... he arrancado la página, por supuesto.
Espero no ver ningún tipo de serpiente por mucho tiempo, cuando aperezca la de la nave, ya os lo contaré!
Verónica